Texto Bíblico: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”. Juan 14:6

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Introducción

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Es común en la actualidad el oír: -Todos los caminos llevan a Dios. –No importa que religión practiques, todas ellas creen en el mismo Dios. –Dios puede ser hallado de muchas maneras. –Si haces cosas buenas, Dios te aceptará. Todas estas respuestas no pueden estar más lejos de la verdad. Pero esto no sólo es de nuestra época.

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La Biblia nos relata cómo los líderes fariseos creían que por su religión estaban yendo camino al cielo. Jesús rompería esa creencia falaz: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo…” (Juan 10:9).

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Así estas palabras de Cristo resultaron intolerantes para ellos: “Volvió a haber disensión entre los judíos por estas palabras. Muchos de ellos decían: Demonio tiene, y está fuera de sí…” (Juan 10:19-20). En nuestro tiempo, las palabras de nuestro señor Jesús, siguen teniendo el mismo resultado, ya que estas palabras destruyen cualquier tipo de creencia de las personas, en cuanto a cómo ir al cielo.

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Jesús es único camino – Muchos están perdidos hoy en día

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Por tal razón muchos están perdidos hoy en día. Puesto que están intentando llegar por otros caminos, y así vagan desorientados, lo que produce, por ende, su extravío. No existe otro camino u otra puerta, todo aquel que intente ingresar por otro lado se perderá.

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Dios, por medio de Jesús nos ha mostrado el único camino verdadero.

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Él dijo: «Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo.» (Juan 3:13). Que buena noticia, aquél que descendió del cielo, aquél que conoce el camino, se ofrece voluntariamente guiarnos hacia el Padre.

Y si él es nuestro guía, sigamos todos sus consejos, para no desviarnos del camino que debemos seguir. Él nos mostrará el camino por el cual debemos andar.

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Existen muchos otros caminos y, quienes transitan por ellos son guiados por ciegos.

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Ciegos guías de ciegos, cuál será su fin. Pero nosotros que hemos venido a aquél que, no sólo nos muestra el camino verdadero, sino que Él mismo es el camino verdadero.

Repito, sigamos sus consejos, andemos bajo su guía, sólo así evitaremos desviarnos por caminos de oscuridad, que nos conducirán al castillo de la duda, o caminos aparentemente fáciles y suaves pero con fines desagradables y muy peligrosos.

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Si hemos venido a Cristo, y le hemos recibido por medio de la fe, hemos aceptado ser sus discipulos Eso también significa ser sus seguidores, y como tales debemos ir tras sus pasos, puesto que él nos conducirá a la morada eterna junto al Padre. Puesto que sólo por Cristo y su sangre tenemos ésta entrada.